miércoles, 13 de mayo de 2009

Los poemas en los cofres


Mi abuela daba miedo toda ella, por lo hermosa que era. La recordaré todas las noches para escribir historias decentes cuando crezca.


Mi abuela tenía el cabello castaño y resplandeciente. Lo llevaba largo, tan largo como todas sus vidas, siempre suelto y enredado. Aún no entiendo porqué parecía que el tiempo no hubiese pasado por él.

Los ojos de mi abuela eran claros y eran oscuros. Yo le huía a su mirada intensa y tierna; porque si la miraba, entonces lograba que yo hiciera cualquier cosa. Me convenció de que leyera libros que olían a madera vieja. Me convenció de que escuchara la canción de la lluvia y la del perro negro. Y ahora siento nostalgias de esas gentes y esos tiempos.

Mi abuela tenía una voz grave y dulce. Yo creía cuanta palabra saliera de su boca. Solía contarme las aventuras de los hombres que amaba; aunque yo no entendía como podía amarlos si jamás los conoció. De un argentino buen mozo decía que era el ángel de todos los pueblos. Estaba enamorada de un mimo encantador en blanco y negro. Miraba, a veces entristecida otras maravillada, la sonrisa de un músico adorado.

En el cuarto de mi abuela había tres cofres de madera, uno blanco al lado de la cama, otro verde sobre la mesa y uno negro junto a su sillón. Cada cofre guardaba cientos de poemas escritos por hombres sin razón. Los poemas del cofre blanco hablaban de una mujer buena, los del verde le cantaban a una mujer sabia, y los del negro a una embustera.

Mi abuela era más vieja de lo que parecía. Y no era una sola, mi abuela.

Una noche las vi a las tres. Dos tenían los ojos del color de la miel, la tercera los tenía oscuros. La muchacha desnuda era igual al ángel de la guardia que yo imaginaba, pero sin alas. La que escribía un libro que yo había leído antes, era como la abuela que siempre vi, pero con el pelo cubierto por las edades. La señora, parecía el dios al que debía rendirle las cuentas de mi corazón.

Las tres mujeres me notaron, me miraron a los ojos y sonrieron. A ellas no les tuve miedo. Corrí hacia cada una, hacia todas para que me acogieran.

Mi abuela, que cuando la abracé se hizo una de nuevo, me pidió que guardara nuestro secreto.

6 comentarios:

solanda dijo...

Te tengo!!

Carol Arosemena dijo...

Me gusto mucho el juego que hacs desde el principio con la dualidad del personaje de la abuela, daba miedo pero hermosa; ojos claros y oscuros... En el tercer párrafo chequea el "me convenció" puedes reemplazarlo por una coma y así no lo repites.

Christian Armijo dijo...

un excelente cuento lo que te sugeriria es tratar de diferenciar bien al las dos ultimas mujeres.
a la señora dale mas descripcion para que se vea que es la tercera mujer, solo eso, por lo demas el cuento es excelente

La Chica del arete rosa dijo...

Me gusta tu forma de escribir, y lo que mas me gusta de este cuento es la idea de que una mujer sea 3 a la vez (por eso es que los hombre nunca nos entienden, pobres!). El recorrido que haces en cada detalle importante de la abuela (su voz, ojos, pelo) me parece indispensable para comprender al personaje. El cuento hasta tiene sonoridad.
No me convence la ultima linea, creo que ya esta entendido.

La Chica del arete rosa dijo...

Ay! puse cancelar. Bueno, recapitulando. Me gusta la idea de que 3 mujeres sean una, me gustan las descripciones de los detalles de la abuela, sus ojos, etc, muestran hacia donde va la historia. No me gusta mucho la ultima linea, creo que ya esta sobreentendido.

Escribidor dijo...

Me gusta mucho. Tu relato se adscribe en la categoría de lo fantástico.
Dejas muy definido el tono del narrador, con su habla sencilla e inocente. A esto contribuye la repetición de "Mi abuela..." al inicio de algunos párrafos.
En el cuarto párrafo chequea la quinta oración que no está muy clara.
En el último párrafo podrías separar con comas o guiones la frase que funge de aposición.