La otra noche fui a verte.
Tomé asiento,
hasta la ropa me temblaba
toda yo me estorbaba.
Me hubiera gustado decirte,
o pintarte
cualquiera de las diez frases cursis
que desfilaban en la manifestación,
dentro de mi cerebro.
Que te ves tan dulce cuando fumas
Que tu risa me asusta un poco
Que eres terriblemente guapo
Que ni la risa de mi niña
me da tanta nostalgia como tú.
Pero estabas ocupado
abriendo y cerrando los telones
recogiéndote los pantalones
Haciendo malabares para ella
pero nada funcionaba
¡Qué mujer tan desafortunada!
Su circo se había marchado ya...
Y yo aquí sentada,
y tú emborrachándote
cansados de tanto trabajar.
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