miércoles, 26 de mayo de 2010

Ellas quieren ser como ellos

Preámbulo del libro de crónicas "Ellas con corbata, ellos con brasier"

Ellas quieren ser como ellos

Tengo que reconocerlo: siempre he sentido admiración por la naturalidad de los hombres; tanto que, desde pequeña, algunas veces he deseado con todo mi corazón haber sido uno de ellos. Sí, cuando mis vecinitos podían pasar hasta días sin bañarse, ir al estadio y jugar a la pelota con sus papás, andar en bicicleta en los recreos (si es que estaban en una escuela bacán, de esas solo para niños, que ya no casi hay), y pretender en los juegos que eran Jason de los Power Rangers. Yo debía quedarme adentro, en la casa, jugando con las Barbies.

¡Los hombres pueden hacer cosas geniales! A nadie ha de sorprenderle encontrar a alguno sin camisa, tocando la guitarra o cantando goles por la casa; a otro que construye puentes, juega Nintendo y escribe canciones y tratados sobre la revolución; o a muchos que toman cerveza un domingo en la vereda. Ellos pueden invertir todas sus energías para conseguir a la chica que parece la indicada, y mirarla y mirarla; comprarse zapatos y no fijarse en la marca. ¡Cómo quiero hacer todo eso y cómo parece que no puedo!

¡Ellos son tan desenfadados!, y es toda una bendición. Muy rara vez tienen prisa y beben con alegría agua, vino o chocolate. Algunos lucen más atractivos cuando están despeinados, y se sonrojan y se ponen contentos si una les dice que están guapos. Preguntan y responden con facilidad. Ellos no son un mar de misterio, si de verdad los miramos descubrimos el secreto. Lo único malo de tanto desparpajo es que tardan mucho en darse cuenta cuando le gustan a una chica.

Sí. Cómo me gustaría ser como ellos y soñar que Natalie, Rita y Marilyn me aman.

Pero no me malentiendan: no es que crea que las mujeres no podemos hacer cosas extraordinarias ¡las hacemos todo el tiempo! o que no me guste ser chica, de hecho me encanta. Siempre podré hacerle “ojitos” a mi papá, a mis hermanos o a un amigo, y obtener gracias a ello un permiso, un abrazo o un helado. Siempre podré hacerme un peinado distinto o ponerme vestido, y sentirme muy bonita; y tener el consentimiento de todo el mundo para cantar las canciones viejas de Shakira, y para amar a un muchacho despreocupado. Pero es que yo creo, gracias a todos los hombres que quiero y que conozco (que son muchos), que son una inspiración, un encanto, que siempre nos están esperando.

Yuliana Castelo Rodríguez.

Guayaquil, domingo, 28 de febrero de 2010

1 comentario:

carmaker dijo...

Y yo creo, muchas veces, que las mujeres en cambio son algo más descomplicadas en unas cuantas cosas que considero importantes, y muchas veces siento que no me los hombres tenemos más fallas de las que una mujer posee, y cómo quisiera que todo eso que hace de ustedes también tan geniales podamos nosotros los hombres ser, por eso no me puedo sentir muy cómodo con amigos, y mi mundo está más lleno de amigas... Estamos arrevesados, jaja...