sábado, 25 de abril de 2015

Darío Aguirre y el cine documental como una ventana



Hace casi un año vi  “El grill de César” de Darío Aguirre en la décimo tercera edición de los EDOC. Recuerdo que lloré y me reí muchísimo y que luego me sentí avergonzada porque fui a ver el filme con dos personas que acaba de conocer, pero es que no podía evitarlo... Luego de ver el documental tuve la oportunidad de entrevistar a Darío y escribir un texto para la revista En Hora Buena que a continuación les comparto. Este filme acaba de estrenarse en salas de cine de Quito, Guayaquil y Cuenca y no pueden perdérselo, sobre todo si necesitan volver a casa. 

Gracias por todo, Darío! 
Y gracias a ustedes por leer y compartir! 




Darío Aguirre y el cine documental como una ventana 


Darío es un nombre gentil, parece traer consigo el sonido del agua. Darío es el nombre del director y protagonista del documental “El grill de César” que en marzo de 2014 ganó, junto al filme “La Muerte de Jaime Roldós” de Manolo Sarmiento y Lisandra  Rivera, el premio al Mejor Documental en el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse.  Darío era el nombre que sonaba a través de las risas y los aplausos de quienes asistieron a las funciones de inauguración de la décimo tercera edición del festival “Encuentros del Otro Cine” que se llevó a cabo en mayo pasado en Quito y Guayaquil.  

Darío Aguirre nació en Guayaquil y creció en Ambato. A los 20 años se fue a vivir a Alemania para estudiar Comunicación Visual y poder mirar el mundo desde otra ventana. En ese país vive y trabaja como director de cine independiente hasta la actualidad. Cuando Darío se mudó a Alemania tomó la decisión de alejarse de su familia y del Ecuador.





El mismo Darío que unos días antes me había llevado a conocer a sus padres en Ambato a través de su película “El grill de César”, me recibe en su departamento en Hamburgo con una sonrisa tímida y acogedora. Nunca antes había entrevistado a alguien vía Skype. Recuerdo las escenas del documental en las que Darío trata de enseñarles a usar Excel a sus padres a través de una videollamada y sonrío. Siento que conozco a Darío desde antes; sin embargo, no sé cómo preguntarle por qué decidió alejarse de sus padres. Pero tengo que empezar desde el principio: “Sentía que para poder cumplir el sueño que tenía en ese momento debía desvincularme de problemas que no podía resolver estando a miles de kilómetros de distancia”, me responde Darío. 

Darío estaba concentrado y las dudas sobre lo que ocurría en Ecuador ya casi no lo visitaban. Pero un día, luego de doce años, su papá, César, lo llamó por primera vez a Alemania para pedirle ayuda: las deudas de su negocio, un restaurante de pinchos, lo habían llevado a la quiebra. Darío se molestó un poco, “¿por qué tengo que ir a ayudarlo?”. Pero enseguida se dio cuenta de que esa era la oportunidad para solucionar las cosas que había dejado atrás.

“Cuando mi papá me llamó me dije: ‘este es el chance de hacer algo juntos’, porque lo difícil es encontrar algo en común con los padres. Es como dice mi abuelita en una escena del filme: ‘uno es grande, el otro es joven, los temas son diferentes, ¿de qué van hablar?’. Pero si encuentras algo en común con ellos, más vale aprovechar eso”. Entonces Darío decidió salir a buscarse y hacer un documental.





 “Al principio lo único que tenía claro era que iba a regresar a Ecuador para salvar el restaurante y que habían dos posibles finales para el documental: se salva el restaurante o mi papá me saca de éste. Y en base a eso se podía construir una dramaturgia clásica para el desarrollo de la historia según lo que iba ocurriendo con el negocio, pero con el paso del tiempo teníamos también nuestra relación”. A pesar de que Darío había vuelto como hijo adulto, seguía sin poder hablar con su padre. Ambos estaban concentrados en cumplir un papel, el uno frente al otro.

Le pregunto a Darío qué pensaba de César cuando era niño y me cuenta que, en ese entonces, preguntaba insistentemente dónde estaba su padre: “yo no recuerdo, pero mi mamá me decía que yo quería saber por qué y dónde trabajaba mi papá. Y aunque algunas veces me llevó con él y pude hacerme una idea de lo que hacía. Nunca relacioné el trabajo como una razón para su ausencia porque el trabajo es algo muy abstracto para un niño. Sí, tu papá necesita dinero, pero, ¿para qué?”.

Darío me explica que uno suele arrastrar el punto de vista del niño durante años: “Pero en algún rato, cuando vas creciendo, puedes ponerte en la posición del otro. Eso es lo que me pasa también en la película, que voy entendiéndolo a él. “Yo no sabía que el tema central del documental  era el reconocimiento de mi figura héroe. No sabía que era ese el centro de mi viaje hasta que empecé a investigar la biografía de mi papá. Yo no sabía que necesitaba preguntarle a mi papá qué pensaba de mí, hasta el momento en el que me él me cuenta que nunca supo qué pensaba su padre de él”.





“El grill de César” es un filme inmenso porque, aunque no estaba planeada para cumplir ese objetivo, es una invitación que nos ha hecho el cine documental para desmitificar el tema de la comunicación entre padres e hijos que durante generaciones ninguno de los dos ha sabido cómo funciona. Y es que gracias a que Darío se convirtió en una ventana, cada espectador puede regresar a su primer nido, mirar a sus propios padres y aceptar  lo que significa crecer.  

“Por más personal que sea una historia, somos más parecidos de lo que creemos. Y ese era mi punto de orientación. Yo me concentro siempre en que hay gente que tuvo ese mismo sueño, que tiene esa misma pregunta o que está harta de esa misma cosa, entonces sé que hay algo ahí que hace falta descubrir, y decido tomarme en serio esos roles que me pasan en la vida”.





En “Cinco Caminos a Darío”, su primer largometraje, Darío nos había confesado: “el miedo cuando tengo que extender mi visa nunca me ha abandonado, es como si caminara en la cuerda floja entre dos mundos. Como si hubiera varios Daríos en distintas combinaciones, pero no sé a cuál de ellos quiero cultivar”. Afortunadamente, el realizador descubrió durante ese primer filme autobiográfico, que quería cultivar a ese Darío que se sale de la ruta cuando lo sobrecargan las preguntas, al que quiere intercambiar vivencias con la gente, a ese que puede saltar de un lado al otro y regresar.  

Antes de despedirme, le pregunto a Darío como es la relación con su padre después del documental. Su voz apacible da un brinco y me cuenta que ahora hablan de todo, incluso de cómo se sienten. Entonces ya no lamento tener que dejar de conversar con él porque quiero llamar a mi papá y pedirle que me acompañe a Ambato, porque tenemos que ir a probar los pinchos de César.








Guayaquil, junio de 2014. 



¡No se pierdan El grill de César en las salas de cine de Guayaquil, Quito y Ambato! 

De clic aquí para ver el trailer del filme.

Fotogramas tomados de: www.facebook.com/elgrilldecesar